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Segundo imperio Mexicano

 Situación política

Al iniciar su gobierno, Maximiliano buscó la conciliación de los partidos antagónicos, pero sobre todo procuró atraerse a los liberales, mientras alejaba a los conservadores, de acuerdo con su propia tendencia política y con las indicaciones de sus consejeros euro-peos. Maximiliano ratificó la proclama de Forey en favor de la nacionalización de bienes eclesiásticos y la libertad de cultos, además de confirmar el carácter constitucional de la monarquía. Maximiliano no podía actuar libremente, pues estaba siempre bajo la tutela del coman-dante francés, y en parte porque debía seguir los consejos de Napoleón III, liberal de conveniencia, que lo instaba a ejercer un gobierno personalista «pero a base de los grandes principios de la civilización moderna». Por otro lado, Maximiliano jamás tuvo un consenso absoluto de la opinión de los mexicanos. Aunque Maximiliano no pudo formular una ley suprema para el país, sí logró establecer un Estatuto Provisional del Imperio Mexicano, en abril de 1865. Este documento, de tono liberal en algunos aspectos, coincidía hasta cierto punto con la Constitución de 1857. Especificaba que «no existiendo la esclavitud ni de hecho ni de derecho en el territorio mexicano, cualquier individuo que lo pise es libre por sólo ese hecho». Sin embargo, el Estatuto otorgaba al emperador el poder absoluto indefinidamente, contradiciendo las primeras declaraciones de Maximiliano en el sentido de conservar la soberanía por breve tiempo para crear luego instituciones liberales. Respecto a la esclavitud, no obstante que el Estatuto ratificaba su abolición, más tarde, al aceptar Maximiliano que ingresaran a México los sudistas confederados vencidos en la guerra civil estadounidense, autorizó asimismo el paso de los esclavos de esas personas, que aunque serían «libres por el solo hecho de pisar el suelo mexicano», conservarían las mismas obligaciones que tenían con su patrón antes de inmigrar, lo cual equivalía a mantener su condición de esclavos. Por esta disposición se acusó luego a Maximiliano de querer restablecer la esclavitud. Escuela Especial de Comercio, la Escuela Imperial de Agricultura y la Biblioteca Nacional. Seis meses después de iniciado el gobierno de Maximiliano llegaba a México el nuncio, representante del Vaticano, enviado por el papa con objeto de arreglar los asuntos pen-dientes entre la Iglesia católica y el Estado mexicano. El nuncio se negó a firmar el concordato y Maximiliano trató de presionar mediante la promulgación de una serie de leyes que, por una parte, confirmaban la legislación reformista de Juárez, y por otra, establecían el patronato imperial sometiendo por completo a la Iglesia.

Situación económica

Si la situación había sido difícil para el gobierno de Juárez en 1861, el archiduque tenía además en su contra el compromiso financiero contraído con Napoleón III en el Tratado de Miramar, y la continua sujeción a la política del emperador francés representado en México por Aquiles Bazaine, el general en jefe, quien ejercía atribuciones excesivas en las cuestiones financieras e impedía que Maximiliano tomara decisiones al respecto. Las fricciones entre el comandante francés y Maximiliano fueron aumentando por motivos económicos y se sumaron a las desavenencias de orden militar y político que existían entre ambos. La situación financiera se fue haciendo cada vez más desesperada para Maximiliano, quien se vio obligado a pedir a Napoleón que subsidiara la empresa iniciada por él o que se abstuviera de intervenir en ella. Gobierno francés la mitad del producto de las aduanas para cubrir los créditos otorgados al gobierno de Maximiliano. El emperador mexicano se vio obligado a aceptar esas costosas condiciones de la ayuda francesa, porque además de la necesidad que tenía de tal ayuda, Napoleón agregaba a las demandas de orden económico la amenaza de retirar todas sus tropas si Maximiliano no aceptaba. Estas personas realizaron una minuciosa labor de investigación, de acuerdo con la ciencia de la época, sobre todo de los recursos naturales del territorio mexicano, al que dividieron en 50 departamentos, dentro de ocho grandes áreas cuyos límites se fijaron conforme a las características naturales de cada una.

La defensa de la República 

Aun cuando debió cambiar de sede continuamente por la persecución de las tropas franco-mexicanas, y a pesar de los problemas que surgían dentro del grupo republicano, el gobierno de Juárez no abandonó el país un solo momento. En agosto de 1865, los imperialistas seguían avanzando y Juárez tuvo que trasladarse de la ciudad de Chihuahua donde se había establecido, a Paso del Norte. Para los imperialistas, la llegada de Juárez a Paso del Norte significó una huida al extranjero, y la prensa imperialista lo dio como un hecho. Al recibir Maximiliano la noticia de la supuesta huida, creyó que era el momento de combatir con mayor rigor a la resistencia, que sin Benito Juárez ahora estaba constituida tan sólo, según decían, por «bandas de malhechores y asaltantes». Estados Unidos se había negado a reconocer a Maximiliano y a establecer relaciones con quienes estaban «en actitud de revolución contra la autoridad soberana de un país con el que Napoleón confiaba en que esos soldados fueran reemplazados por tropas de voluntarios austriacos que el emperador Francisco José había aceptado reclutar, pero el gobierno de Washington advirtió al de Viena que tal acción se consideraría como una declaración de guerra de parte de Austria hacia México, a la que se opondría Estados Unidos de la misma forma que se oponía a la intervención de Francia.

Fin del segundo imperio

Lo único que prometía a Maximiliano era mantener las tropas hasta el año siguiente. Al tener noticias del fracaso de las gestiones de su esposa y de la enfermedad que la aquejaba, Maximiliano decidió abdicar, decisión que fue alentada por los consejos del embajador francés y de Bazaine, quienes incluso se ofrecían para llevarlo a Europa. Pero los familiares de Maximiliano se opusieron de manera categórica, haciéndole ver que por cuestión de honor debía permanecer en su puesto. Maximiliano renunció a su deseo de abdicar y decidió aceptar la ayuda que le ofrecían aquellos conservadores mexicanos con los que nunca había simpatizado del todo, y a los que incluso muchas veces había menospreciado. Con apoyo en la ley del 25 de enero de 1862, que condenaba a muerte a todo el que atentara contra la independencia de México, Juárez dispuso que Maximiliano y los dos generales fueran juzgados de acuerdo con esa ley. El proceso se efectuó en Querétaro, mientras los amigos de Maximiliano agotaban todos los recursos para salvarle la vida.


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